'[...] Y de pronto en medio de todo el bullicio, de las risas de
fondo, de la música a un volumen elevado, de las conversaciones en voz alta y
del sonido que provocan todos los objetos que se mueven con el viento, le doy a
stop a la vida y almaceno el momento en mi mente. Respiro profundamente y me
quedo con el olor. Observo mí alrededor y guardo las imágenes en un baúl
imaginario que he creado en mi cerebro. No sucede nada importante, ni diferente
a cualquier otro día. Pero detengo la rutina y la acaricio de la misma manera
que al aire. Valoro cada segundo que transcurre en el tiempo y me aferro al
hecho de que dentro de unos años recordaré ese preciso momento. Porque lo
siento dentro intensamente. Noto como el amable ruido roza lo irritable y se
convierte en lo deseado. Porque valoro cada segundo que transcurre en el tiempo
y me aferro al hecho de que dentro de unos años recordaré ese preciso momento.
Y pienso por un instante en perder todo aquello que me ocurre, y lágrimas
asoman por mis ojos. Porque valoro cada segundo que transcurre en el tiempo y
me aferro al hecho de que dentro de unos años recordaré ese preciso momento. [...]'
-G.
-G.